El seu pare trucava cada dimecres al vespre, entre les vuit i un quart de nou. Durant els últims nou anys s'havien vist poques vegades i des de l'última ja havia passat molt de temps, però el telèfon no havia sonat mai debades a l'estudi d'en Mattia. Durant les llargues pauses entre les paraules rere de tots dos emergia el mateix silenci, res de televisions ni cap ràdio encesa, cap convidat mai que fes dringar els coberts.
En Mattia es podia imaginar la seva mare asseguda que escoltava la trucada sense canviar d'expressió, amb tots dos braços recolzats als braços de la butaca, igual que quan ell i la Michaela feien primària i ella s'asseia per escoltar com recitaven les poesies de memòria i en Mattia sempre se les sabia mentre que la Michaela callava, incapaç de fer res.
Cada dimecres, després de penjar, en Mattia es trobava preguntant-se si la tapisseria de flors taronges de la butaca encara era la mateixa o si l'havien canviat, vella i gastada com ja era aleshores. Es preguntava si els seus pares s'havien fet vells. Segur que s'havien fet vells, ho notava per la veu del seu pare, més lenta i cansada. Ho notava per la seva respiració, que s'havia fet sorollosa al telèfon, cada cop més similar a un panteix.
La seva mare només agafava l'auricular de tant en tant i feia les preguntes de rigor, sempre les mateixes. Fa fred, has sopat, com van les classes. Aquí se sopa a les set, havia explicat en Mattia les primeres vegades. Ara es limitava a dir que sí.
La solitud dels nombres primers, Paolo Giordano
Una dama en juego
domingo, 1 de enero de 2012
jueves, 17 de noviembre de 2011
El juego del ángel II
-He soñado que éramos amigos -dijo.
La miré y asentí.
-Y somos amigos. Siempre lo hemos sido.
Rió y me tomó de la mano. Señalé al frente, al sol que se hundía en el mar, y Cristina lo contempló con lágrimas en los ojos.
-Me acordaré algun día? -preguntó.
-Algún día.
Supe entonces que dedcaría cada minuto que nos quedaba juntos a hacerla feliz, a reparar el daño que le había hecho y a devolverle lo que nunca supe darle. Estas páginas serán nuestra memória hasta que su último aliento se apague en mis brazos y la acompañe mar adentro, donde rompe la corriente, para sumergirme con ella para siempre y poder al fin huir a un lugar donde ni el cielo ni el infierno nos puedan encontrar jamás.
El juego del ángel, Carlos Ruiz Zafón
La miré y asentí.
-Y somos amigos. Siempre lo hemos sido.
Rió y me tomó de la mano. Señalé al frente, al sol que se hundía en el mar, y Cristina lo contempló con lágrimas en los ojos.
-Me acordaré algun día? -preguntó.
-Algún día.
Supe entonces que dedcaría cada minuto que nos quedaba juntos a hacerla feliz, a reparar el daño que le había hecho y a devolverle lo que nunca supe darle. Estas páginas serán nuestra memória hasta que su último aliento se apague en mis brazos y la acompañe mar adentro, donde rompe la corriente, para sumergirme con ella para siempre y poder al fin huir a un lugar donde ni el cielo ni el infierno nos puedan encontrar jamás.
El juego del ángel, Carlos Ruiz Zafón
martes, 15 de noviembre de 2011
El juego del ángel I
Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sagre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela, su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él. Un escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio.
El Juego del Ángel, Carlos Ruiz Zafón
I no és això cert? Tots anhelem tenir talent, i que aquest sigui reconegut. Tots ens volem sentir especials, valorats i admirats. Que no donaria un per aconseguir això? Que no donaria jo per ser una gran arquitecte? Té un preu la meva ànima ara?
Crec que a vegades estem tan centrats en el camí per aconseguir el nostre objectiu que no ens plantegem correctament què està passant. Que passa amb nosaltres si no ho aconseguim? Tenim un pla B? Perquè jo no el tinc, penso: Per nassos que ho aconsegueixo! Jo se que serveixo per això! Però i si no és cert? I si simplement m'autoenganyo per no veure la veritat? Per no veure que el que jo pensava que em fa especial no és això?
I si fos així què donaria jo per tenir el talent que suposava?
El Juego del Ángel, Carlos Ruiz Zafón
I no és això cert? Tots anhelem tenir talent, i que aquest sigui reconegut. Tots ens volem sentir especials, valorats i admirats. Que no donaria un per aconseguir això? Que no donaria jo per ser una gran arquitecte? Té un preu la meva ànima ara?
Crec que a vegades estem tan centrats en el camí per aconseguir el nostre objectiu que no ens plantegem correctament què està passant. Que passa amb nosaltres si no ho aconseguim? Tenim un pla B? Perquè jo no el tinc, penso: Per nassos que ho aconsegueixo! Jo se que serveixo per això! Però i si no és cert? I si simplement m'autoenganyo per no veure la veritat? Per no veure que el que jo pensava que em fa especial no és això?
I si fos així què donaria jo per tenir el talent que suposava?
jueves, 10 de noviembre de 2011
Oh, mi diosa, mi amada Kali, sean tus ojos mi guía y tu corazón mi morada. Abre tus brazos y recíbeme en ellos, pues es allí donde quiero morir.
25 de febrero
Recuerdo, amor mío, que dejé Brunstruech con el viento, el mismo viento del norte que alzó al vuelo tus cenizas sobre el bosque, perdidas entre los copos de nieve.
Mi misión había terminado: la cúpola kalikamaísta había caído: La secta fué desmantelada y el arma del holocausto encerrada en una caja de seguridad. sin código ni etiqueta, oculta en lo más recóndito de un almacén secreto del Gobierno británico.
Tras de mí sólo quedó una fotografía de la uténtica Isabel de Alsasúa, grapada en un recorte de un periódico argentino que se hacía eco de tu boda con un tal Fernando Ocón: De mi puño y letra un escueto "lo siento". No fuí capaz de escribir nada más para la Gran Duquesa viuda Alejandra. No fui capaz de escribir nada más para nadie.
1915
Ahora que todo ha acabado, amor mío, ya sabes que te quise y que te quiero. Es demasiado tarde, lo sé, y tu muerte es el castigo de mi indolencia.
¿Qué me queda ahora? Un camino sin destino y una existencia sin ti. Con esta carga viajaré hasta el final de mis días. Hasta entonces, tengo una historia de esperanza en la que apoyarme al anadar:
Alguien me dijo una vez, allá donde los vientos arrastran las plegaias de los hombres, donde los dioses moran en las cumbres nevadas de las montañas, donde vivir es aspirar a Dios y morir es encontrarse con Él, que la vida es un ciclo que nunca se acaba: siempre que una vida se apaga se ilumina otra en su lugar; ése es el verdadero regalo de los dioses.
Ahora, amor mío, ahora por fin lo entiendo.
Una dama en juego, Carla Montero Manglano
Recuerdo, amor mío, que dejé Brunstruech con el viento, el mismo viento del norte que alzó al vuelo tus cenizas sobre el bosque, perdidas entre los copos de nieve.
Mi misión había terminado: la cúpola kalikamaísta había caído: La secta fué desmantelada y el arma del holocausto encerrada en una caja de seguridad. sin código ni etiqueta, oculta en lo más recóndito de un almacén secreto del Gobierno británico.
Tras de mí sólo quedó una fotografía de la uténtica Isabel de Alsasúa, grapada en un recorte de un periódico argentino que se hacía eco de tu boda con un tal Fernando Ocón: De mi puño y letra un escueto "lo siento". No fuí capaz de escribir nada más para la Gran Duquesa viuda Alejandra. No fui capaz de escribir nada más para nadie.
1915
Ahora que todo ha acabado, amor mío, ya sabes que te quise y que te quiero. Es demasiado tarde, lo sé, y tu muerte es el castigo de mi indolencia.
¿Qué me queda ahora? Un camino sin destino y una existencia sin ti. Con esta carga viajaré hasta el final de mis días. Hasta entonces, tengo una historia de esperanza en la que apoyarme al anadar:
Alguien me dijo una vez, allá donde los vientos arrastran las plegaias de los hombres, donde los dioses moran en las cumbres nevadas de las montañas, donde vivir es aspirar a Dios y morir es encontrarse con Él, que la vida es un ciclo que nunca se acaba: siempre que una vida se apaga se ilumina otra en su lugar; ése es el verdadero regalo de los dioses.
Ahora, amor mío, ahora por fin lo entiendo.
Una dama en juego, Carla Montero Manglano
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